Afrontamiento del duelo desde el "Yo maduro"
La reacción de dolor
emocional ante una situación de pérdida es absolutamente normal y esperable en
cualquier persona, independientemente de su nivel socioeconómico, sexo, cultura o
edad. Tan esperable es dicha reacción que han podido evidenciarse regularidades
en la forma como se presenta en la mayoría de las personas y han por ello podido
identificarse algunas etapas del proceso, hasta llegar a la elaboración del
duelo.
Al hablar de pérdida, en
el presente artículo haremos referencia a la separación o muerte de un ser
querido, pero también es aplicable a situaciones de pérdida de un empleo o de un
objeto muy preciado (una casa, por ejemplo).
Imagen tomada de http://marianahinojos.com/como-elaborar-un-duelo/
No entraremos acá en los
pormenores de las diferentes etapas del duelo. Solo identificaremos
asociaciones entre algunas manifestaciones de este y el funcionamiento de los
diferentes aspectos que de acuerdo con Mentheoresis conforman la personalidad,
a saber, el Yo Maduro, Yo emocional, Yo normativo y Yo trascendente.
Yo normativo
El manejo del duelo desde
el Yo normativo, y particularmente desde un aspecto de este que es el Yo juez,
se centra usualmente en la generación de sentimientos de culpa, como por
ejemplo “por qué no le dediqué más tiempo en vida, hubiera podido hacerlo
perfectamente y no o hice”, o “si Dios existiera no debería permitir esto, a
partir de ahora no creeré más en Dios”, “esto no debería haber pasado”, “si yo
hubiera hecho esto o aquello, seguramente esto no habría sucedido, soy un
miserable”, etc. Este tipo de manejo desde el Yo normativo, como se ve, genera culpa
e ira.
Yo emocional
Un manejo desde el Yo
emocional, y particularmente desde el Yo niño (o Niño interior), abarcará sentimientos de
desprotección, soledad y la perspectiva de no poder recobrarse a futuro, con
pensamientos como “qué haré ahora sin ti, la vida se me ha acabado”, “tú lo
eras todo en mi vida, ahora todo es oscuro”, “necesito seguir contigo, no puedo
soportar esta pérdida”. Este tipo de autoverbalizaciones genera depresión y
desesperación.
Hasta aquí, experimentar
culpa, ira, depresión o desesperación se considera como parte del proceso
normal de duelo, pero persistir en estos estados resultaría claramente
perjudicial en la calidad de vida de la persona, por lo que se hace necesaria
la toma del mando del Yo maduro, para generar equilibrio.
Yo maduro
Desde este aspecto de la personalidad
se logra la elaboración del duelo. Es la parte de la personalidad,
en un proceso normal de duelo, que gradualmente va tomando el control y va encontrando
nuevas formas de afrontar las diferentes situaciones en ausencia de la persona u
objeto amado. La toma del mando por parte de este aspecto de la personalidad
implica que se empiezan a cuestionar los pensamientos como los “deberías” y los
“necesito” que se han enunciado más arriba y se empieza a dar prioridad a
pensamientos menos absolutistas y radicales, o a inferencias que no sean
arbitrarias o sobregeneralizadoras, aceptando que si bien la pérdida ha sido
lamentable, no significa la destrucción total ni la imposibilidad de continuar
con la propia vida. Desde el Yo maduro es posible manejar también la proyección
al futuro, de modo que la persona visualice el futuro a mediano y a largo
plazo, ya en ausencia del ser querido perdido, hallando nuevas circunstancias
de aprovechamiento de su potencial. También, desde el Yo maduro, la persona
puede hacer programación de actividades a realizar, de modo que pueda asumir su
nueva realidad luego de la pérdida.
Yo trascendente
Cuando la persona ha
alcanzado un apropiado desarrollo de su Yo trascendente, logra adoptar una
perspectiva frente a la inevitabilidad de la muerte y al proceso de vida-muerte
que le lleva a aceptar todo esto como un proceso absolutamente normal, aunque
desde luego se pueda experimentar dolor. Si a través de la práctica continuada
de la meditación, además de haber recorrido la senda del equilibrio de los tres
aspectos que conforman el Yo psicológico
(Yo maduro, Yo emocional y Yo normativo) la persona ha llegado a
experimentar los sentimientos de unidad y de compenetración con todas las
cosas, como sucede en los estados místicos, la reacción ante la pérdida es de
aceptación.
El Yo trascedente no suele
estar muy desarrollado en las personas occidentales, pero aún así se alcanza
una elaboración del duelo si se ha logrado la intermediación del Yo maduro. El
valor agregado que aporta el Yo trascendente es la visión y sentimiento de
aceptación a un nivel más allá del normal transcurrir del pensamiento de la
persona.
En los casos en los que
persiste el manejo del duelo desde el Yo normativo o el Yo emocional, es
posible facilitar la toma del mando del Yo maduro por medio del uso de técnicas
como la silla vacía, en la cual la persona “sienta” imaginariamente a su Yo
normativo (por ejemplo) y dialoga con
este aspecto de su personalidad desde su Yo maduro, y luego intercambian
sillas, hablando ahora desde su Yo normativo mientras su Yo maduro escucha. El
diálogo continuado entre los dos (o tres aspectos de la personalidad, si
también se ha involucrado al Yo emocional) permitirá que gradualmente el Yo
maduro vaya instaurando las pautas para un manejo más racional que conlleve a
la elaboración del duelo.
Al clásico (y excelente)
manejo que se propone desde la terapia cognitiva para el manejo del duelo,
Mentheoresis añade la armonización del problema desde los diferentes aspectos
que conforman la personalidad, o más técnicamente hablando, los esquemas de afrontamiento, lo que agrega efectividad al habitual manejo de
pensamientos que generan malestar, y se facilita la elaboración del duelo.
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