Verdades sobre la terapia de regresión a vidas pasadas


Una sesión de regresión suele empezar con un ejercicio de relajación y con sugerencias por parte del guía o asesor para profundizar más en ese estado, con el fin de alcanzar la concentración necesaria para facilitar la experiencia regresiva. Cuando esto se logra, quien guía la sesión puede hacerle solicitudes a la persona como “vuelve a aquel momento en el que iniciaron tus síntomas” o “siente intensamente esa emoción para ver a qué historia te conduce, en esta u otra vida”. Estas indicaciones son una invitación al cerebro para evocar o construir historias, que se relacionan frecuentemente con presuntas reencarnaciones en momentos y lugares remotos. La pregunta que uno puede hacerse es si estas evocaciones son realmente recuerdos o si solo son fantasías que el cerebro construye siguiendo la sugerencia que ha dado el guía de la sesión.

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En Mentheoresis no se toma partido a favor de un enfoque reencarnacionista. El asesor en Mentheoresis (llamado coloquialmente “menthor”), cuando dirige una sesión de regresión, lo que hace es tomar ese material evocado y aprovecharlo para permitir a la persona una mayor integración de aspectos disociados de la personalidad, indagando enlaces entre elementos evocados y la estructura actual de la personalidad y propugnando por la consecuente armonización. En algunos casos es perfectamente posible demostrar que esas evocaciones constituyen fantasías estructuradas con base en historias leídas, escuchadas o vistas por la persona, incluso en edades muy tempranas (lo que el psicólogo Théodore Flournoy y el psiquiatra Carl Jung llamaban “criptoamnesia”), pero al margen del carácter fantasioso o real de tal material, este constituye una valiosa fuente de reestructuración e integración de la personalidad si se le trabaja convenientemente, aunque muchas veces no sea de utilidad para “demostrar” la teoría de la reencarnación. Una perspectiva psicológica del fenómeno, sin ese matiz metafísico, es la postura de Jung, quien explicaba en parte este proceso recurriendo al concepto de “subpersonalidades” y, más aún, al concepto de patrones arquetípicos. De la mano de este concepto, en Mentheoresis se habla de “pulsiones ancestrales”, las cuales vienen a ser como “memorias ancestrales” que se encuentran en el inconsciente colectivo y que pueden manifestarse en la cotidianeidad de la persona, ameritando alguna solución, la cual sería efectuar la debida regresión que permita elaborar satisfactoriamente las emociones e ideaciones experimentadas.

Un ejemplo de una pulsión ancestral es la de la historia del Héroe, que se encuentra en las diferentes culturas y, más particularmente, en los anhelos más profundos del ser humano. Con la historia del héroe la persona guarda la expectativa de tener todas las características de los héroes míticos y convertirse en el salvador de una comunidad o de la humanidad. Es también común la pulsión ancestral del Villano, de la Víctima, etc, y son patrones que muy frecuentemente aparecen en las regresiones, soportando la idea de que son tendencias arraigadas en el inconsciente colectivo. En la historia de héroe con numerosas las personas que “recuerdan” haber sido Simón Bolívar, el líder de una tribu, un emperador, etc. En tales casos el cerebro simplemente sigue la sugerencia de evocar una historia. Pero, como dijimos, al margen de la veracidad de la misma, tal experiencia de “evocación” suele resultar muy terapéutica, permitiendo abordar “asuntos inacabados” como los llamaba Fritz Perls.

También podría ocurrir que la historia evocada por la persona corresponda a contenidos elaborados por el cerebro en torno a una fobia específica, y en tal caso la explicación con base en pulsiones ancestrales no sería necesaria. Esto guarda una relación estrecha con las técnicas de “sobresaturación imaginaria” y de “abreacción” utilizadas en la terapia conductual. En la primera se le pide al paciente imaginar una situación muy perturbadora que no ha sucedido en su vida pero que es precisamente la situación que teme el paciente. El terapeuta le solicita al paciente “repasar” mentalmente la situación varias veces hasta llegar a una extinción de la respuesta de ansiedad, lo que significa una notable mejoría para la persona. Por su parte, la abreacción utiliza el mismo principio, pero mediante la evocación de situaciones reales pasadas. Una explicación breve pero muy concisa de este tema la presenta Wolpe en su libro “Terapia de la conducta” (1980). Estas técnicas pueden ser muy efectivas para tratar diferentes problemas neuróticos, y los beneficios terapéuticos de la regresión a vivencias infantiles tempranas o a “experiencias” pasadas (incluso de presuntas vidas anteriores) descansan en los mismos principios.

Al respecto, tuve la oportunidad de conocer de cerca el caso de una joven de 21 años con una fobia a las serpientes, que en la evocación de una “vivencia” que aconteció presuntamente en una vida pasada, se vio en un pozo lleno de estos ofidios en el que había sido arrojada por haber sido considerada por los residentes del lugar como una bruja. En la historia, la mujer murió en medio de un terrible sufrimiento por la mordedura de las serpientes. Al evocar esta historia, al margen de que fuera real o imaginaria, se aprovecharon los principios de la sobresaturación (o de la abreacción, si se partiera que se trata de una historia real), para llevar a la joven a una completa superación de su fobia a las serpientes. En este caso no fue necesario acudir a la armonización de los aspectos de la personalidad sino que directamente se utilizó el principio de la sobresaturación.

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 Lo referente a pulsiones ancestrales se ha mencionado como una de las posibles explicaciones de lo que surge en una regresión. En todos los casos, el mentor se enfoca ya sea en lograr la sobresaturación o en la búsqueda del equilibrio mediante la armonización de los aspectos de la personalidad que requieren atención, según lo que se vivencia desde la pulsión ancestral evocada. Una vez revivida esa pulsión ancestral mediante la regresión y de proceder con la correspondiente armonización de los aspectos de la personalidad involucrados, o la sobresaturación (o abreacción, si se parte de un enfoque reencarnacionista) es posible llegar a la superación de síntomas molestos que venían atormentando a la persona desde mucho tiempo atrás. Esto quiere decir que, en esos casos, lo que estaría “reviviendo” la persona en una regresión no sería una vida pasada en el sentido en que se le suele entender, sino una pulsión ancestral que subyace en el inconsciente colectivo o una elaboración de contenidos proveniente de una fobia específica sin relación directa con una pulsión arquetípica, y que la persona está evocando de un modo que amerita elaboración para evitar la aparición o continuación de síntomas.

En realidad, con mayor o menor intensidad todos elaboramos contenidos por medio de fantasías provenientes de las pulsiones ancestrales. Cuando esa manifestación se traduce en síntomas psicológicos (fobias inexplicables, depresión sin causa claramente identificable) o, de manera más general, en el desequilibrio en alguno de los aspectos que componen la personalidad, es recomendable utilizar la regresión para permitir una resolución del problema.

Las sesiones de regresión claramente requieren la orientación cuidadosa de un menthor experimentado y con una sólida formación teórica; de lo contrario puede llegarse a intensas manifestaciones emocionales que al no elaborarse apropiadamente generarían mayor malestar en el asesorado.



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