Niños exitosos: niños solucionadores de problemas

Para resolver un problema es necesario primero identificar en qué radica este y plantear diferentes alternativas de solución, para luego analizar cada una de tales alternativas, optar por la más apropiada, y hacer seguimiento a los resultados de su implementación. Se trata de un proceso en apariencia sencillo pero que involucra habilidades cognitivas específicas que requieren entrenamiento.

Aproximadamente a la edad de 8 años los niños tienen la habilidad de ponderar alternativas de solución a un problema. Sin embargo la habilidad para resolverlo es algo que deberán aprender en su entorno, y esa es una misión de los adultos relevantes que tienen a su cargo la educación del menor.

Mentheoresis plantea que la personalidad está conformada por cuatro aspectos: el Yo maduro, el Yo emocional, el Yo normativo y el Yo trascendente (de ahí la primera parte de la palabra: MENT). La  habilidad para resolver problemas corresponde al Yo maduro. El hecho de entrenar al niño en resolución de problemas es una forma de fortalecer dicho Yo maduro, con el fin de actuar como el director de orquesta que permitirá la expresión apropiada del Yo emocional y del Yo normativo. Es decir, el hecho de enseñarle a los niños a resolver problemas racionalmente redundará en una mayor armonía entre los aspectos que conforman su personalidad y por ende en el futuro éxito al enfrentarse a las diversas circunstancias a las que se verá expuesto en su vida.

Es necesario que los niños identifiquen los pasos que deben seguir para resolver un problema, cualquiera que sea, ya se trate de ser víctima de un agresor en el colegio, o de un bajo rendimiento en una asignatura escolar, o incluso de un problema al interior de la familia. En el libro “Mentheoresis: el camino hacia el máximo desarrollo del ser”, de César Ramírez, se recuerdan los pasos recomendados por autores como Lawrence Shapiro:

1. Identificar el problema
2. Pensar en soluciones alternativas
3. Comparar cada solución
4. Escoger la mejor solución
5. Evaluar el resultado de la solución escogida



Imagen tomada de: https://www.google.com.co/search?q=SOLUCIONES&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiKjoXfu7LVAhVFbSYKHQnvAkgQ_AUICigB&biw=1366&bih=662#imgrc=GQDJFUgpqQMwPM:

Identificar el problema: si José, de 10 años, ha sido agredido por Sebastián, de 11 años, tal vez el problema que José identifica es que “Sebastián es un tonto” o que “no sé pelear tan bien como Sebastián”. Si ese es el problema que se identifica, las opciones para solucionarlo seguramente serán ineficaces o empeorarán el problema. El hecho de identificar que el problema real es que “Sebastián me ha agredido, y es algo que repite casi en todos los periodos de descanso en la escuela” representa una visión más imparcial y realista del asunto.

Pensar en soluciones alternativas: es necesario que el niño adquiera la habilidad para generar la mayor cantidad posible de soluciones al problema, aunque algunas o muchas de ellas sean poco prácticas o poco lógicas. Lo importante es generar numerosas opciones, sin la censura desadaptativa del Yo normativo.

Comparar cada solución: el niño, luego de escribir las diferentes soluciones posibles, subrayará las que sean más lógicas. Luego de esto, analizará con ayuda del adulto las opciones subrayadas, indicando los posibles resultados de implementar cada una de ellas.

Escoger la mejor solución: el análisis racional de las soluciones lógicas permitirá al niño identificar cuál de esas alternativas es la mejor.

Evaluar el resultado de la solución escogida: desde el momento que se selecciona la opción a seguir para resolver el problema, el niño también debe plantear cómo hará seguimiento a los resultados de su actuación. De esa manera, una vez implementada la solución seleccionada, se evaluará su impacto y con base en ello se determinará si es necesario implementar acciones complementarias.

Mariana, de 11 años, se queja con su madre de que en el colegio (donde lleva tan solo seis meses) no ha logrado relacionarse apropiadamente con los compañeros de clase, hasta el punto de permanecer sola durante los descansos.  En realidad, ella no ha sido víctima de algún tipo de maltrato o acoso evidente por parte de los compañeros, simplemente ellos actúan como si ella no existiera. Su madre le ha invitado a intentar resolver el problema aplicando los cinco pasos, y ha resultado lo siguiente:

1. El problema consiste en que no ha logrado entablar amistad con los compañeros, lo que la ha llevado a la soledad durante su permanencia en el colegio.

2. Las alternativas que Mariana ha postulado (se le ha dicho que plantee cualquier alternativa que se le ocurra, sin preocuparse de que le parezca poco lógica, pues el análisis de las mismas se hará después) son:

a. Cambiarse de colegio.

b. Hablar sobre el problema con los profesores para que ellos intervengan y hagan que los otros niños incluyan a Mariana en los juegos.

c. Intentar estrategias para acercarse a los otros niños, como por ejemplo llevar un juego desde casa e invitar en el descanso a los niños a jugar.

d. Hacer una lista de niños con los que le gustaría interactuar e invitarlos a una tarde de onces en su casa

e. No hacer nada, con el tiempo logrará que los demás niños se acerquen.

3. Al analizar comparativamente las alternativas, se encuentra que la opción “a” constituye realmente un escape al problema y que nada garantiza que en el nuevo colegio no vuelva a presentarse el problema actual. La opción “b” en realidad lo que hace es trasladar el problema a los profesores, quienes si bien es cierto que pueden sugerir a los niños el que se acerquen a Mariana, ello en realidad lo que haría es menoscabar la imagen de ella ante los otros niños al ser evidente que por sí misma no puede lograr una interacción con los compañeros. La opción “e” es inapropiada porque no aporta en realidad ninguna solución y hará que el problema se mantenga. Las opciones “c” y “d” se consideran apropiadas porque colocan a Mariana como un agente activo en la solución de su problema.

Mariana opta por implementar las opciones “c” y “d”. Luego de ello, evaluará el resultado de la estrategia según la calidad y cantidad de interacciones que tenga con sus compañeros en los descansos del colegio.

Dado que Mariana no era muy habilidosa en sus habilidades de comunicación, su madre fue asesorada para ayudarle por medio del ensayo de conducta a pulir un poco la forma como se dirigía a sus compañeros; de esa manera serían más exitosos sus intentos por acercarse a ellos cuando llevase el juego para compartir en el descanso, así como la invitación a tomar onces en su casa.

La evaluación posterior mostró que la opción “d” no pudo ser llevada a cabo dadas las dificultades de los otros niños para desplazarse hasta el lugar de vivienda de Mariana. Pero la opción “c”, acompañada de las estrategias de comunicación que ensayó con su madre, resultó ser favorable y Mariana empezó a compartir en el descanso con dos compañeritas, de modo permanente.

Problemas como el anterior podrían ser considerados como de importancia menor por los padres o maestros, pero lo cierto es que experiencias de soledad en el colegio marcan un verdadero detrimento en la calidad de vida del menor y en sus posibilidades de desarrollo personal. Adicionalmente, con esta experiencia, lo más probable es que Mariana ante dificultades diferentes que en el futuro inmediato o lejano llegaren a presentársele, logre aplicar los mencionados pasos y ponga así en juego a su Yo maduro, con las grandes ventajas que ello le otorga para sacar el máximo provecho de las circunstancias.



Imagen tomada de: https://www.google.com.co/search?q=ni%C3%B1os+exitosos&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ved=0ahUKEwiHl7y9vLLVAhXDYyYKHaflAGMQ_AUICigB&biw=1366&bih=613#imgrc=ybfrsE-6_C-QkM:


Lawrence Shapiro, en su libro “La inteligencia emocional de los niños” aconseja que en la familia se establezcan reuniones, ojalá semanales, donde se analicen problemas de los diferentes miembros de la familia y se practiquen los pasos para la resolución de problemas. De esa manera se incrementa la cohesión familiar y el niño fortalecerá su Yo maduro, a la vez que ganará en autoestima al permitírsele participar en la solución de los problemas de los otros miembros. En estas reuniones es benéfico que los padres también expongan algunos de sus problemas. Probablemente se asombren con las soluciones creativas que pueden llegar a plantear sus niños. Estas reuniones actuarán como una verdadera escuela de solución de problemas para todos los miembros de la familia.

En el capítulo 3 de nuestro libro “Mentheoresis: el camino hacia el máximo desarrollo del Ser” se plantean las estrategias para el fortalecimiento e integración del Yo maduro, incluyéndose allí lo concerniente a la resolución de problemas. En el siguiente link es posible acceder al libro:

Comentarios

Entradas populares de este blog

Para maestros: la forma como evalúas es una ventana a tus emociones

Procrastinación: un problema de gestión emocional desde el Niño interior

Segunda edición del libro MENTHEORESIS